Esta semana me vi motivado a escribir sobre un tema que considero crucial en nuestro ecosistema de startups: el rol del inversionista en tiempos de adversidad. La inspiración vino de dos fuentes contrastantes: un artículo en «El Mostrador» que, en mi opinión, presentó una visión poco constructiva sobre los desafíos que enfrenta Karün, una startup chilena de anteojos sostenibles en la que he invertido; y una oportunidad que me brindó Juan Pablo Silva del Diario Financiero para ofrecer una perspectiva diferente sobre la situación.
Como inversionista, mentor y emprendedor, he estado en ambos lados de la mesa. He experimentado los altibajos del emprendimiento y sé de primera mano lo crucial que es el apoyo en momentos difíciles. Es fácil estar presente cuando todo va bien, pero el verdadero valor de un inversionista se revela cuando las cosas se ponen difíciles.
Los inversores de startups somos plenamente conscientes de los riesgos que conlleva este tipo de inversión. Sin embargo, esto no significa que debamos abandonar o criticar destructivamente a las startups cuando enfrentan dificultades. Por el contrario, es precisamente en estos momentos cuando nuestro apoyo es más necesario y valioso.
Como le comenté a Juan Pablo Silva en una nota del Diario Financiero: «En estos tiempos desafiantes para Karün es crucial recordar la importancia de iniciativas que combinan rentabilidad y compromiso con el medio ambiente. Necesitamos más empresas como estas, comprometidas con un futuro sostenible. Cuando una startup enfrenta dificultades, no debemos darle la espalda. Debemos apoyarlas para que superen los obstáculos y continúen generando impacto positivo.«
Este enfoque no se trata de ser ingenuos o ignorar los problemas. Se trata de aportar nuestra experiencia, red de contactos y perspectiva para ayudar a la startup a navegar aguas turbulentas. Se trata de ser un socio activo en la búsqueda de soluciones, no un crítico pasivo.
Como inversionistas, tenemos la responsabilidad de ser más que solo dinero. Nuestro valor agregado radica en nuestra capacidad para proporcionar mentoría, abrir puertas, ofrecer una perspectiva equilibrada en tiempos de crisis, fomentar la resiliencia y ayudar a extraer lecciones valiosas de los desafíos enfrentados.
Mientras escribo este artículo, lo hago usando mis nuevos anteojos ópticos Karün. No es solo un detalle anecdótico; es un recordatorio tangible de por qué invertí en esta empresa en primer lugar. Cada vez que me los pongo, no solo veo mejor, sino que veo un futuro mejor. Un futuro donde las empresas pueden ser rentables y al mismo tiempo cuidar nuestro planeta y nuestras comunidades.
Es importante reconocer que nuestro ecosistema de startups sigue en desarrollo. Hemos avanzado mucho, pero aún nos queda camino por recorrer. Situaciones como la cobertura de El Mostrador sobre Karün demuestran que todavía hay espacio para mejorar. No estoy abogando por ocultar información o negar los desafíos que enfrentan las startups. Al contrario, creo firmemente en la transparencia y en la importancia de compartir conocimientos. Sin embargo, la forma en que se comunican estas situaciones es crucial. Necesitamos un enfoque que aporte valor, que promueva el aprendizaje y el crecimiento colectivo, no uno que se asemeje más a un chisme destructivo. Como ecosistema, hemos madurado lo suficiente para exigir y proporcionar una cobertura más constructiva y equilibrada de nuestras startups, tanto en sus éxitos como en sus momentos difíciles.
Independientemente del rol que Thomas Kimber vaya a desempeñar en el futuro de Karün, estoy convencido de que él, el directorio, los inversionistas y muchas otras personas no solo están alineados con el éxito de esta empresa, sino también con el impacto positivo que empresas como esta generan en el futuro de nuestro planeta. El camino del emprendimiento sostenible no es fácil, pero es necesario. Karün no es solo una empresa de anteojos; es un faro que ilumina el camino hacia un futuro más sostenible y equitativo. Les deseo lo mejor en todo lo que viene.
Como ecosistema, debemos seguir apoyando y aprendiendo de emprendimientos visionarios como este, que se atreven a desafiar el status quo y a crear un impacto positivo duradero. Juntos, podemos construir un futuro donde el éxito empresarial y la responsabilidad ambiental y social vayan de la mano.
El verdadero valor de un inversionista no se mide solo por el capital que aporta, sino por su compromiso inquebrantable con la visión y el potencial de las startups en las que invierte. Seamos el tipo de inversionistas que no solo celebran los éxitos, sino que también apoyan, guían y empoderan en los momentos de dificultad. Porque al final del día, no estamos solo invirtiendo en empresas. Estamos invirtiendo en visiones, en equipos y en un futuro mejor. Y ese tipo de inversión merece nuestro apoyo total, especialmente cuando los tiempos son difíciles.